Pa nostalgiar aquí unos extractos de ese viaje:
Aracles buenos:
Una noche en que mi compañero llegó de Chihuahua, fuimos a dar una vuelta. Nos había hecho ojitos un puesto de tacos desde hacía días. Ya de noche y caminados, decidimos llegarle a una orden entre los dos “nomás pa´ probar”. ¡Tab
an buenos los canijos! El momento en que se definió el aracle fue el de la clásica pregunta: “¿Tú traes dinero?” ¡No! Fue la respuesta mutua. Mi solución consistió en ir por efectivo a casa, mientras mi compañero esperaba en el puesto (como quien dice en prenda). En el camino me confundí y me equivoqué una vez, además de que una perra boxer me ladró. Volví como a los 20 minutos, y entre las sonrisas pegándole a risas del encargado, pagué el importe de nuestra libertad.
El otro compa pensó que le hablábamos. Frenó y retrocedió con fe, sin poder ver un carro que venía acercándose hacia el, debido a su ángulo de visión. Nosotros nomás pegamos de gritos marca “¡Epa!”, y vimos de frente el golpe. No muy feo, pero fuerte, un golpe de troca grande de cabina y media. Se bajó el conductor de la troca con una cara de asustado tal, que nos empezó a dar risa, pero nos aguantamos. En eso ocurre el siguiente diálogo entre nuestro compañero y el particular que había impactado:
-¿¡Pos que trais!? Chingado… (pero en tono más bien condescendiente)
-No no. ¿No te pasó nada? (eyes wide open)
-No, pero pos fíjese.
Y dicho lo cual, se fletaron en sus vehículos y adiós.
26 de junio de 2007: Un día ejemplar, juzgue usté:
Me levanté, hice ejercicio, me vestí y perjumé, preparé las cosas de trabajo, me hice un changüis, me lo comí, pasaron por nosotros, trabajamos chido, conocí Casas Grandes y Colonia Juárez (un trocito del chuco en México), casi atropellamos un perrito sin querer (pero se salvó quién sabe cómo), vimos una lechuza, me traje un equipo pa´ arreglarlo yo solito, llegamos, fuimos a comprar comida muy rica (pollo en pipián y arroz, en mi caso), nos la chingamos, lavé una ropa a mano como los hombres, mientras veía el juego inaugural de