miércoles, 20 de agosto de 2008

El Ático de la Costurera

En 1927 la señora Ilaria Campos tenía un negocio que consistía en maquilar ropa para algunos comerciantes. Ella y su familia solían vivir en casas de renta, hasta que un día consiguieron una casa muy espaciosa, hoy situada en la calle 31. En la parte de arriba de la casa había un excelente ático que serviría como bodega y también como taller, en donde se colocaron ocho maquinas de coser.

Durante las horas de trabajo todo transcurría con normalidad en ese lugar, pero entrada la noche comenzaban a escucharse ruidos extraños que nadie se explicaba, pues a esas horas el taller se encontraba cerrado y la única forma de acceder a él era por la puerta principal de la casa, por la que nadie cruzaba sin tener que llamar.

Una mañana, al abrir el taller, los empleados y la señora Campos se percataron de que las máquinas estaban fuera de lugar, las colocaron en el lugar donde debería estar y comenzaron sus rutinas como de costumbre. Esa misma noche se volvieron a escuchar aquellos ruidos extraños; la señora subió las escaleras lentamente, con la tranquilidad de quién cree entender lo que sucede.

En cuanto la señora cerró la puerta del ático la casa quedó inmersa en un silencio absoluto y un frío extremo, nadie sabe lo que pasó a ciencia cierta aquella noche. La mujer no bajó de ahí sino hasta el otro día, caminaba con la naturalidad acostumbrada, pero fijaba la mirada en todo lo que encontraba frente a ella, sin responder a ningún otro estímulo o voltear jamás hacía atrás cuando uno de los miembros de su familia la llamaba.

El comportamiento de aquella mujer no volvió a ser el mismo, fingía demencia cuando le preguntaban lo que había pasado aquella noche; se volvió maliciosa, con una sonrisa constante, pero endeble, que inexplicablemente transmitía tristeza. Despidió a sus empleados y pasó horas y horas cosiendo hermosos vestidos.

Una noche los ruidos se volvieron a escuchar y al día siguiente, las máquinas se encontraban nuevamente fuera de su lugar; fue entonces cuando la señora Campos tomó la decisión de irse. Ella nunca volvió a entrar a esa casa que aun sigue en pie, esperando un futuro inquilino.


Fragmento tomado de Investigaciones hechas para la materia Diseño de la investigación, por: Norma Luz González, Fanny Alejandra Martínez y Lorena Aralí Pérez Macías, alumnos del 8º semestre de Ciencias de la Información, FFYL/UACh. La edición tipográfica es obra del irresponsable este.

2 comentarios:

Cabrón Insensible dijo...

material pa' carlos trejo

Shellwyz dijo...

Ya nomás que inventen la máquina del tiempo, y en chinga.

Esto de la máquina del tiempo está buenaonda, lo usaré para un post

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